El proyecto Chokogou
Desde 2011, el proyecto Chokogou está enfocado hacia la siembra de “nogal maya” (Brosimum alicastrum), un árbol frutal “oxalógeno” (almacena carbono en el suelo bajo forma calcárea durante decenas de miles de años). Trabajamos con las agrupaciones campesinas y las granjas agroforestales para añadir árboles en todos los lugares posibles. Junto con las familas haitianas, tratamos de hacer re-vivir los jardines “lakou”, pequeños jardines alimentarios tradicionales alrededor de las moradas.
Además de sus capacidades oxalógenas y de sus numerosas cualidades (resistencia a la sequía, forraje aumentando la lactancia del ganado, etc.), las nueces son las que hacen del nogal maya un árbol particularmente bien adaptado al contexto haitiano.
Así, esas nueces son sumamente nutritivas y adaptadas a las costumbres alimentarias caribeñas. De hecho, deben su nombre criollo “chokogou” a su sabor entre café y chocolate. Además, contrariamente a los mangos, aguacates y otras frutas corrientes de Haití, esas nueces se conservan fácilmente (se secan y luego se muelen y/o se torran). Así pueden favorecer la autonomía alimentaria a lo largo del año, cuando otras frutas solo se consumen frescas en plazos cortos.
Desde el inicio del proyecto, se sembraron más de 300 000 árboles en Haití (70% de nogales mayas y 30% de otras especies), y se sensibilizaron más de 20 000 personas a los beneficios de los árboles y a la cocina con base de nueces mayas (tortillas, bebidas…).
Para resumir, sembramos juntos docenas de miles de árboles que producirán alimento con poca lluvia, por cientos de años en el futuro, en los jardines, los setos y los campos de las familias rurales de Haití.
Contexto social & ambiental
Haití comparte la isla La Española con República dominicana, en las Antillas mayores.
Es uno de los países más vulnerables frente al cambio climático y, por su ubicación geográfica, se encuentra en la intersección de placas tectónicas y en la trayectoria de los ciclones. Está particularmente expuesto a desastres naturales, como lo demostraron el sismo de 2010 y, más recientemente, el huracán Matthew en 2016.
En Haití, el país más pobre del hemisferio norte, el Estado tiene dificultades para ofrecer los servicios básicos (educación, salud, infraestructuras) a su población de 11 millones de habitantes, de los cuales más de 6 millones, viven bajo el nivel de pobreza (menos de $2,4 dólares diarios, según el Banco Mundial). La divisa nacional, el gourde, sigue devaluándose, lo cual contribuye a una inflación de dos dígitos que superó el 17% en mayo de 2019, según el Instituto haitiano de estadísticas e informática (IHSI).
Haití es también un país duramente afectado por la deforestación, de hecho se suele mencionar como el país más deforestado del mundo con apenas 2% de su territorio cubierto por árboles (aunque investigaciones satelitales recientes refutan ese porcentaje).
Gran parte de los problemas ambientales crónicos de Haití están fuertemente vinculados a la deforestación extrema del país: erosión y degradación de los suelos, clima cada vez más seco, desaparición de las fuentes y de los ríos, malnutrición crónica de las poblaciones especialmente en las zonas rurales, producción agrícola local insuficiente para cumplir con las necesidades alimentarias básicas, etc.
Las soluciones posibles se basan en parte en la reconstrucción de la soberanía alimentaria familiar, la cual depende de la instalación de jardines y pequeñas áreas de cultivos alimentarios protegidos y complementados por árboles. Estas iniciativas se pueden concretar en setos vivos, en bosques pequeños y en los campos, en aplicación de los principios agroforestales y de permacultura.
Socios del terreno
Algunas imágenes
Algunos pensamientos…
La pequeña escala, esperanza de Haití
Cuando enumeramos todos los inconvenientes de Haití, muchos preguntan por qué seguimos interviniendo allá. La respuesta más simple es que nuestro programa de pequeña escala representa una respuesta válida, aunque parcial, a la situación de Haití.
Efectivamente, nuestro pequeño tamaño nos permite transferir la mayor parte de los fundos recebidos a nuestros socios del terreno (no tenemos ni empleados, ni oficinas en Francia, apenas consultantes de tiempo parcial). Trabajamos con los campesinos más pobres y más aislados, considerando que para ellos cada ayuda importa.
Además, promocionamos soluciones agroforestales accesibles y permanentes, a diferencia de las soluciones clásicas, que carecen de eficacia para los más pobres: grandes explotaciones, agricultura con insumos químicos o semillas OGM, mecanización o estandarización de los préstamos para financiar la modernización de la agricultura, producción de productos destinados a la exportación, etc.
Echar raíces
Después de casi diez años en Haití, nos enorgullamos al decir que nuestro programa de reforestación “echó raíces”, en el sentido figurado como literal.
Echar raíces, en el contexto nuestro, significa sumar el nogal maya a los árboles alimenticios haitianos, como el aguacate o el mango que suelen ser los últimos en sobrevivir en los patios de las casas y los pequeños campos. Pero el nogal maya presenta también la ventaja de que sus nueces se conservan fácilmente durante mucho tiempo.
Así, ese árbol tiene el potencial necesario para modificar parte de la problemática alimentaria de las familias pobres haitianas.
Cada día que pasa, ese potencial se hace más real: cuando nuevos árboles producen sus primeras frutas, en algún lugar de un jardín haitiano, en un cerro o un valle remoto, y cuando esas frutas y semillas se examinan, se conversa sobre éstas, se intercambian y se prueban entre los granjeros, las vecinas o los niños.